Introducción




Los expertos afirman que no somos sino memoria; de esta facultad depende nuestra forma de percibir el mundo y la esencia más profunda de nuestra identidad. El recuerdo nos configura y plasma en nuestra mente la imagen de un yo hecho de fragmentos, de reminiscencias inacabadas.

Las alteraciones de la memoria traen consigo, inevitablemente, una serie de complicaciones que repercuten en autoimagen y la personalidad del sujeto, y también en su lenguaje.

Los trastornos clasificados como de Identidades Paralelas (Ídem Paris) son una de las categorías identificadas con mayor frecuencia y se dan a causa de una lesión en el hipocampo (estructura cerebral implicada en la consolidación de los recuerdos).

El término fue creado en 1864 por el médico ruso Alghared Asimismov (1801-1867), quien se especializó en estudiar  las modificaciones de la identidad surgidas a partir del traslado, voluntario o involuntario, de un sujeto lejos de su lugar de origen.

Las personas diagnosticadas con un trastorno de este tipo sufren cierta sensación de desarraigo, traducida en una especie de “vacío” en la memoria, debido al cual, encuentran gran dificultad para identificarse con su propia imagen; por esta razón desarrollan la necesidad de construir una identidad distinta a partir de elementos del exterior; frecuentemente imágenes fijas, retratos ajenos u objetos fetiche.

Aunque de apariencia similar, existen más de cincuenta alteraciones que pueden clasificarse dentro de esta categoría y van desde trastornos surgidos durante la infancia, a causa de problemas de desarrollo, hasta pérdidas adquiridas en la edad adulta. En este estudio nos centraremos en las formas más comunes.