Este trastorno se caracteriza por la construcción del yo a partir de un proceso de reflexión, similar al que ocurre al identificar la propia imagen frente al espejo. Por ello, algunos especialistas lo han querido interpretar como un “Estadio del espejo” tardío.
En realidad se trata de un padecimiento que aqueja a individuos adultos que sólo pueden reconocerse a sí mismos al mirar su imagen proyectada, ya sea en una pantalla, un espejo o una fotografía.
Sin embargo, esta es una de las alteraciones de identidad más extrañas, ya que esa imagen en la que los pacientes se reconocen nunca permanece estable.
Debido a que el trastorno se relaciona con una pérdida progresiva de la memoria, el paciente olvida siempre la manera de reconocerse y debe encontrar nuevas formas imaginarias de hacerlo.
En un principio los cambios son imperceptibles: un gesto, un guiño, un cambio ligero en el color de piel, pero poco a poco la transformación se hace cada vez más evidente.
En los casos más severos la autoimagen llega a diluirse por completo.
